¡Ya era una realidad! Con la entrada en la mano y mi valija llena de remeras con lengüitas, me dirigía a lo de "el roco" (viejo compañero de ruta) para que me aguantara la cabeza. ¿Por qué?, porque despues de años de amor, pasión, miedo y frustraciones me iba a embarcar con destino a Bs. As. para ver a los Rolling.
Nos sentamos a hacer un café mientras el tiempo parecía no querer avanzar. No recuerdo ni de que hablabamos, solo recuerdo que desde la llegada a su casa hasta el momento en que nos fuimos a la terminal para subirme al bondi que me llevaría al puerto de Colonia, solo le repetía una cosa... "¡¡¡Me voy a ver a los Rolling!!!", pero en aquel entonces ni yo me lo podía creer. Vendí una colección de comics que tenía de chico, una Xbox que hacía poco había comprado, pero no importaba.
Nos despedimos y me subí al ómnibus. Trate de dormir pero era imposible. LLegué al puerto de Colonia y me pedí una cerveza y un refuerzo de salame. La espera era insoportable.
Una vez dentro del barco, veía a la gente tirada en el piso, tratando de dormir, para mí era imposible. Paseaba por el barco, salía a fumar un porrito y a charlar con la gente que andaba en la vuelta y con algunos conocidos que encontré.
No conocía Bs. As., había ido de chico con mis viejos, pero nunca solo. No sabía como moverme mucho, no entendía el sistema de los subtes, no conocía las calles, ¡¡¡Mierda, no sabía ni donde quedaba el Monumental!!! Por lo menos mi tío me presto el apartamento que tiene en Boedo. Me acuerdo que la calle se llamaba "Carlos Calvo"... ¡¡¡Como Carlín!!!.
Apenas llegué me tomé un taxi y me fuí para el apartamento. Necesitaba dormir, lo intenté, pero me despertaba cada 5 minutos pensando que me podía quedar dormido y perderme a los Rolling. Me levanté y fui a buscar algún lugar donde vendieran café.
Estaba solo, yo y mi cabeza.
El recital comenzaba a las nueve, pero a las cuatro abrían las puertas porque iban a tocar tres grupos teloneros... "La 25", "Las Pelotas" y "Los Piojos".
A eso de las tres y media me fuí hasta un ciber café que había en la esquina y le pregunté a un flaco con pinta de pajero que atendía el local como hacía para llegar al Monumental. Me dió unas indicaciones, y después de caminar como 8 cuadras llegué a la parada a esperar el "42".
¡Los bondis no tenían guarda!, el boleto te lo daba una máquina a la que le tenías que depositar dinero. Por suerte safé y no tuve problema, tenía miedo de mandarme una cagada con la máquina y que se me escapara un "¡Bo, la puta madre!" y que todo el mundo me sacara la ficha de yorugua.
Había otro pequeño problema... ¿Donde mierda me bajo? La lógica me decía que me bajara en la misma parada que los rollingas de enterito que tomaban ferné con cola en una botella de plástico cortada por la mitad, y así lo hice. Apenas se bajaron los empecé a seguir haciendome el boludo. No podía ser que no viese donde estaba el Monumental, solo había árboles y casas, pero bueno... "sigamos a los rollingas que son locales" pensé.
En una, uno de los rollingas (el que llevaba el ferné) le pregunta a una vieja que estaba en la puerta de una casa... "Señora, ¿para donde queda el Monumental?", "No mijito, queda para el otro lado" le contestó la mujer. ¡¡¡NOOOOOOooooo.... estos rollingas hinchas de Almirante Brown no sabían donde quedaba la cancha de River, los estuve siguiendo al pedo!!! Quedé reglado, así que empecé a patear para el otro lado.
¡Al fin lo encontré! Ahora tenía que caminar como 10 cuadras más para ponerme en la cola. Había 30º de temperatura y estaba todo el cielo nublado. La humedad era terrible, era uno de esos días en los que despúes de estar parado 5 minutos con ese calor empezás a quedar todo pegajoso y gediendo a jaula de oso; pero poco me importaba.
Todavía no lo podía creer. Estaba a pocas horas de ver a los Rolling.
La cola demoró tanto que no pude ver a ningún telonero. Entre al estadio veinte minutos antes de que comenzara el toque. Recuerdo entrar a la cancha del Monumental y quedarme con una mezcla de asombro y cagaso. Había mucha gente, hacia donde mirara había gente... y yo ahí, solito, parado en el corazón de ese gigante.
Faltaba muy poquito, pero hasta que no los viera no lo iba a creer.
De pronto se apagaron las luces y la gente empezó a cantar: "¡¡¡OH VAMO LOS STONE, LOS STONE, LOS STONE, VAMO LOS STONE!!!" El Monumental ardía. Se prendió la pantalla gigante y empezó a pasar imágenes que recorrían la historia de la banda. Faltaban segundos nomás... ¡Los Rolling volvían a la Argentina después de 8 años!... y yo estaba ahí.
¡¡¡Y comenzó!!!
Keith Richards tocaba los primeros acordes de "Jumpin' Jack Flash", y Mick Jagger se acercaba al borde del escenario luciendo un saco rojo.
La adrenalina, la música, las luces, la gente cantando y sus "Majestades Satánicas"... ¡¡¡Era increíble!!! y yo ahí, viviendo un pedacito de historia, viviendo mi sueño, y fue ahí cuando me dí cuenta que era solo rock n' roll... pero me encantaba.